Cuartel Silva Palma & Academia de Guerra Naval
Calles Pedro León Gallo / Villaseca | Quebrada Taqueadero
Cerro Playa Ancha, Comuna de Valparaíso
Subiendo por Taqueadero en cerro Playa Ancha de Valparaíso, el Cuartel Silva Palma [SP] y la Academia de Guerra Naval [AGN] observan el Pacífico. Uno sobre el otro, edificios anexos, interconectados por escaleras y pasajes en propiedad de la Armada de Chile (antiguo Fuerte Bueras). La AGN fue una casona 3 pisos visibles -al menos-, con habitaciones grandes y escaleras infinitas. Abajo, había un inmueble más pequeño: el Silva Palma, construido como fuerte militar para la defensa de la bahía, con cañones, calabozos subterráneos, ocupado como antigua cárcel institucional o “centro de disciplinamiento” para funcionarios de la Armada. Recintos también conocidos por sus sobrevivientes como el Palacio de la Risa o la Colina del Terror, conforman el eje represivo más importante de Valparaíso y uno de los lugares más horribles para la Región cuando hablamos de terrorismo de Estado: secuestros, detenciones, abusos físicos y sexuales, torturas y desapariciones. Ambos centros clandestinos de la Armada, a cargo del Servicio de Inteligencia Naval (SIN), que funcionaron entre 1973 y 1976 bajo la supervisión del nuevo Comandante en Jefe José Toribio Merino(1).
Valparaíso así como hoy, en los años 60’s y 70’s fue una ciudad enérgica políticamente, donde la organización popular crecía de forma acelerada por tradición, generaciones de trabajo político, conciencia de clase entre cerros, terremotos y solidaridad en la pobreza. Las memorias políticas de la Unidad Popular, del Golpe y la dictadura, son muy intensas. Las sensaciones de quienes vivieron ese tiempo destacan la politización generalizada en personas de cualquier edad, la participación democrática en todo espacio y territorio, o el nivel de las discusiones políticas entre la gente. Por cierto, una nueva generación joven de mujeres fue protagonista en ese Valpo activista, siempre en diálogo con la tradición popular y viejos militantes del puerto; vecinos de cerro, unidos atravesando la inestabilidad política así como aguantando la inflación y escasez de víveres. Afloran esos recuerdos de apoyo colectivo, muchos voluntariados, las movilizaciones, protestas y la creciente formación política-social entre vecinos de cerro, las prácticas cooperativistas que prosperaron aún más después del terremoto (1971) y la exigencia por sobrevivir a la catástrofe.
Sin embargo, durante los años de la Unidad Popular Valparaíso -cuna de El Mercurio, del empresariado naviero en Chile, de la Armada y su Escuela Naval- cobijó a una oposición de derecha bastante insistente que hasta el día del Golpe lideró huelgas y paros gremiales simultáneos en el puerto. Se respiraba un ambiente de polarización social y política evidente.
Y es que el golpismo contra Allende tuvo un importante nicho entre Viña y Valpo, en aquellos círculos de élite conservadora que frecuentaban la Cofradía Náutica del Pacífico (familias amigas, con alianzas políticas, favores, compromisos entre civiles, católicos, gente de la Armada y el empresariado naviero de la zona), pero yendo más lejos aún, solicitando ayuda a autoridades norteamericanas con tal de boicotear la UP, tomarse el poder del Estado, reprimir a quién se les oponga y castigar a toda la izquierda que apoyó el socialismo. De esto nos hablan los archivos desclasificados de la CIA en las últimas décadas(2), de Agustín Edwards viajando a EEUU en 1970, sus entrevistas personales con R. Helms y H. Kissinger (colaboradores directos del Presidente Nixon), el financiamiento posterior a las campañas de prensa (red nacional El Mercurio, La Segunda)(3), la CIA y sus agentes infiltrados en Chile, así como la misión naval UNITAS anclando en Valparaíso los días previos al Golpe, o la invención del Plan Z y sus falsas pruebas.
Pero, por otro lado, cuando hablamos del Golpe de Estado en Valparaíso, las memorias de este tiempo cambian de tono drásticamente porque toda discusión política o intención de activismo fue duramente reprimida. Algunas memorias intentan recrear aquella potente imagen de los buques de guerra posicionados sobre la bahía de Valpo, temprano al amanecer apuntando con sus cañones hacia los cerros. Es un retrato icónico del Golpe en Valparaíso. Muchos vecinos y vecinas del puerto -con sorpresa- fueron testigos de aquello al despertar el día martes 11 desde sus balcones o bajando por el cerro, para encontrarse a Infantes de Marina con uniforme de combate y rifles de alto calibre resguardando el Plan. De la noche a la mañana, Valparaíso estaba sitiado militarmente y comenzaba la persecusión.
A partir de ese día martes 11, Silva Palma y la AGN cobran más protagonismo porque tanto Carabineros, Investigaciones, Marinos y civiles trasladaron permanentemente a porteños y porteñas hacia la Colina del Terror. Muchas personas llegaron voluntariamente a presentarse en la Academia de Guerra Naval tras recibir citaciones en sus domicilios, escuelas o lugares de trabajo, también respondiendo el llamado de listas públicas que circulaban en la prensa radial/escrita. Además de muchas personas detenidas en otras provincias de la región pasaron por aquí para ser interrogadas y/o derivarles a otros campos de prisioneros, cárceles o a los buques mercantes Lebu, Maipo, Andalién(4), así también al buque escuela de la Armada La Esmeralda (centros flotantes de detención y tortura) con el objetivo de trasladar a mayor cantidad de prisioneras y prisioneros políticos por altamar hacia otros rincones del país, mantenerlos inubicables y/o desaparecerles.
La represión desatada y la militarización del puerto a partir del 11 de septiembre generó un cambio de atmósfera en la ciudad: espacios privados e institucionales rápidamente fueron intervenidos por personal de la Marina (liceos educacionales, universidades, hospitales, servicios públicos, espacios laborales, etc.), los sindicatos y clubes deportivos eliminados por Decreto de Ley, los partidos políticos fueron proscritos, muchas ordenanzas a través de bandos militares, mucho silencio, el eterno zumbido del helicóptero naval sobre el cielo, la alerta constante, la vigilancia y el toque de queda, cuidándose de la figura anónima del “sapo”, la delación masiva, los constantes secuestros que ocurrían en la calle, día y noche. Esas detenciones y desapariciones comenzaron a ser recurrentes y con duraciones prolongadas. Por otro lado, el Arzobispado de Valparaíso no ayudó en nada a las víctimas o a sus familiares. Y extrañamente, ya no había filas en la calle, los almacenes abrieron llenos de comida y abastecidos con mercadería que hacía falta desde hacía meses, pero que escondían como jugada política contra la UP.
Al mismo tiempo, el eco en las quebradas permitía que las balaceras contra las FFAA se escucharan por distintos cerros de Valparaíso, mientras finalizaban la misión, transmitiendo mensajes en clandestinidad, resistiendo allanamientos en el hogar, ayudándose entre vecinos y compañeras, buscando la casa-segura con familiares, militantes y amigas/os de barrio. Oponiendo firme resistencia contra la represión que no menguó, ni previa ni posterior a la detención. Porque, si bien las víctimas directas y familiares aguantaron situaciones límites, las reacciones no se acercaron al temor únicamente, a la rabia o al desconcierto permanente sino también al afianzamiento de vínculos de confianza, de amor y fuerte rebeldía. En contexto de terrorismo de Estado, la militancia activa de Valparaíso se convertía en resistencia combativa por los cerros.
Y desde lo más siniestro, las memorias de Silva Palma y la Academia de Guerra Naval están completamente cruzadas por la perversidad del SIN y su feroz actuar represivo, transversal a la gran diversidad de casos en este sitio. Tan fuerte, que hasta hoy es imposible encajar todos los detalles de tal experiencia. Si bien conocemos pasajes de lo acontecido gracias a los testimonios de sobrevivientes, la información sigue siendo limitada, pues “olvidar” lo experimentado como prisioneros y prisioneras en ese lugar es también una forma de superar el trauma. Pero lo que no podemos olvidar es que la principal causa de insuficiencia de información se debe a la escasa o nula cooperación de la Armada por esclarecer la Verdad. Su permanente negación institucional sobre los hechos denunciados (Pactos de Silencio por las violaciones a los DDHH) es una desfachatez alarmante. Desde los años 70´s hasta el día de hoy, niegan pública y tajantemente la existencia de documentos que los mismos agentes escribían mientras participaban en sesiones de tortura, niegan las fichas de datos personales que el SIN recopilaba para su trabajo de inteligencia y las fotografías tomadas a los prisioneros cuando ingresaban al recinto.
Los recuerdos de encierro en la Colina del Terror hablan del masivo flujo de personas prisioneras allí. En las amplias habitaciones del Palacio de la Risa se encontraban muchas personas vendadas en todo momento, desnudas, encapuchadas y amarradas en su interior, donde comenzaba el maltrato y la custodia por los Infantes de Marina. Prisioneros inmovilizados, tirados en el suelo y de pie, hacinamiento, silencio forzado, pudiéndose escuchar permanentes interrogatorios con tortura realizados en salas contiguas, agresivas preguntas, discusiones entre gritos e insultos. En Silva Palma, por su parte, se vivió el encierro y aislamiento en celdas oscuras para prisioneros/as que llegaban en muy mal estado después del castigo, inconscientes algunos a causa del maltrato, oscuridad, incomunicación, ratas, humedad y la insistente prohibición de sueño para cansarles aún más.
Los interrogatorios estaban a cargo de funcionarios públicos (SIN), autorizados para transgredir la vida de una persona en completa impunidad. Personal de la Armada operando legalmente de forma rutinaria, con horarios laborales de interrogación, tortura y almuerzo, pagados a sueldo por el Estado con tal de anular integridad y dignidades humanas. En su mayoría fueron hombres de formación militar, principalmente; aunque los testimonios también hablan de mujeres, enfermeras –seguramente navales- e incluso monjas participando en sesiones de tortura.
Son memorias de un despojo cruel y humillante, porque allí los Marinos se sentían señores de la situación, ejerciendo un fuerte dominio coercitivo. Pura insistencia verbal-corporal para someter y dañar psicológicamente. Solo ellos preguntaban, encegueciendo con luces directas al rostro. Custodiaban, alimentaban, torturaban y transportaban a los/as prisioneros/as. Preparaban y se hacían cargo de sesiones de castigo colectivo. Realizaron careos entre amigos/as o familiares, amenazando con tal que se delataran frente a frente. Acusaban a las víctimas de delitos graves -que no habían cometido-, exigiendo explicaciones inmediatas, burlándose, buscando escondites, de gente y de armas. Ironizaban sobre sus vidas políticas, alardeando conocer mucha información personal de quién era castigado/a, aunque en ocasiones -gracias a ese alardeo- podía confirmarse que en realidad no sabían nada, inventaban cosas, buscaban a ciegas e insistían en asuntos que no eran reales intentando encontrar pistas de armas inexistentes.
De hecho, la institución Naval es responsable de al menos 2 desapariciones de detenidos bajo su tutela en Silva Palma. Ambos militantes MIR, detenidos en 1974. Es el caso de Silvio V. Pardo Rojas (26 años, estudiante de Derecho de la PUCV, casado y padre de 1 hijo) quien estuvo 1 mes preso y fue visto en SP, después en el Campo de Prisioneros Melinka-Puchuncaví y en su traslado de vuelta a SP nunca más fue visto (la Cruz Roja pierde contacto con él en mayo de 1974). Y también es el caso de José A. Salazar Aguilera (23 años) que en su cacería se arrancó 2 veces y fue herido en el último intento por los agentes, así detenido entonces fue trasladado al Hospital Naval, posteriormente fue visto en Silva Palma y tras 5 meses ahí, desaparece cuando -supuestamente- es entregado a la DINA en marzo de 1975.
Pero los Infantes de Marina creen fervientemente en sus propias mentiras, en la verdad de sus altos mandos y justifican cada acción represiva. Para ellos el Plan Z era real y amparados por la Constitución es que intervenir fue un deber con el país (con la Patria), restaurando Chile y con la necesaria fuerza, respondiendo un llamado ciudadano, convencidos de salvar a la Patria del marxismo y orgullosos representantes de la ley, el orden y la seguridad. Hasta el día de hoy se creen héroes, de una pureza intachable, todo está justificado. Algunos marinos en Valparaíso sabían lo que ocurría dentro de la AGN y SP, pero guardaron silencio cómplices y convivieron con la situación, mirando hacia otro lado cuando torturaban a civiles, mujeres y niños/as en dependencias públicas. Otros resignados dijeron sorprenderse por la fiera actitud que tomaba el SIN. La mayoría sin embargo, dijo ignorar o desconocer lo que el Servicio de Inteligencia Naval estaba haciendo. También se recuerda a otros pocos marinos -cadetes vecinos de barrio, conocidos de la familia- que ayudaron a las/os prisioneras/os traspasando encomiendas o mensajes, averiguando, revelando información a sus familias y a organizaciones de DDHH en su búsqueda exterior. La nueva escala de mando en la Armada protegió y respaldó de forma absoluta a su Servicio de Inteligencia, castigando a todo funcionario que no apoyara la nueva gesta patriótica contra el marxismo.
Meses antes del Golpe, un grupo de marineros denunció -ante parlamentarios de izquierda- la conspiración entre altos mandos de la Armada que contemplaba reuniones secretas entre la oficialidad en retiro y civiles, donde se alimentaba la sedición y se planificaba un intento de Golpe contra Allende. Los marineros antigolpistas-constitucionalistas o revolucionarios comenzaron a ser perseguidos por el SIN y rápidamente cayeron detenidos entre julio y agosto del ‘73. Marinos que reflexionaron y denunciaron, enfrentando la obediencia debida y por ello fueron castigados por otros uniformados con distinto rango. En la prisión del Silva Palma los torturaron y acusaron de traidores ´vendepatrias´, subversivos marxistas, infiltrados en la Marina. Ya el día del Golpe, al menos 80 marineros estaban procesados y presos en las dependencias de la Armada por todo el país, acusados de sedición o motín. En Valparaíso, en los calabozos del Silva Palma, los marineros prisioneros (ya por casi 2 meses) comenzaron a compartir sorpresivamente encierro con civiles y menores de edad.
Los sobrevivientes de la Colina del Terror resistieron aplicaciones de corriente eléctrica en distintas partes del cuerpo, cortes y colgamientos, hemorragias, golpes e insultos, inmersiones en aguas servidas, simulacros de fusilamiento, enfrentaron semidesnudas/os el acoso y abuso sexual, violaciones e incluso abortos forzados(5). Concentrándose en sobrevivir, apostando por su vida y como sea protegerse, recomponerse, descansar, sin dejarse vencer ni delatar a nadie.
Hablamos de sobrevivientes de violaciones a DDHH a causa de la represión política. Personas de todo el espectro social y económico. Algunos/as sin militancia oficial pero cercanos a dirigentes o activistas de base, reconocidos públicamente. Simpatizantes con el gobierno de la UP o que se reconocían de izquierda y compartían con esos círculos sociales. Por cierto, también muchos/as militantes de partidos políticos, principalmente de corte marxista. Hubo vecinos/as, familiares y amigos/as que llegaban a encontrarse en prisión. Mujeres (algunas embarazadas) y hombres de todas las edades, desde la primera infancia, niñez y adolescencia, hasta personas mayores. Activistas políticos que se oponían deliberadamente a lo que significaba el Golpe de Estado y la Dictadura Militar, que hicieron oposición fáctica a la derecha y las FFAA ante la represión desatada.
El caso de Guillermo Patricio Ibacache es un ejemplo claro del Terrorismo de Estado: en la detención de su padre -por Infantes de Marina- Guillermo también fue secuestrado y torturado frente a su padre para sacarle información importante, forzándolo a hablar presenciando la tortura de su hijo. Un niño (de dos años y seis meses de edad) detenido junto a su tutor, un infante preso en distintos recintos de la Región, torturado y además utilizado por los Marinos como instrumento de tortura contra su padre, y que cumpliéndose el mes de su desaparición fue recuperado por su madre en SP, entregado a sus brazos -por un marino- con heridas y quemaduras de cigarros. Todo esto, bajo amenazas y sin su padre devuelta.
Las liberaciones de prisioneros y prisioneras son muy escasas en Silva Palma o en la AGN. Nadie se fugó, nadie logró escapar, pero el Serv. de Inteligencia liberaba gente para continuar avanzando con el proceso técnico de la represión política. No obstante, hay casos de liberaciones que van desde firmar un papel y bajo advertencias salir caminando por la puerta principal de la AGN en dirección hacia Playa Ancha, hasta ser montados en el ascensor como bultos inertes y tirarlos a la calle después de la tortura. Automóviles abandonando cuerpos en el Barrio Puerto, víctimas en shock desconcertados por la repentina libertad, ciegos acostumbrándose a la luz solar. La mayoría de las personas que dejaban SP no fueron liberadas, sino transferidas bajo custodia hacia otros centros de detención (clandestinos o cárceles públicas). Otras pocas solo fueron liberadas para seguir siendo perseguidos/as en el espacio público, a ver si se reunían con otros marxistas. Continuaban siendo observados en la calle, comenzaban a reconocer rostros, miradas repetidas, acoso telefónico, voces anónimas, llegando a vivir nuevos secuestros en algunos casos.
Con los años y como estrategia para borrar la memoria, la Armada demolió la Academia de Guerra Naval el año 2017 y hoy solo queda Silva Palma abandonado, usado como bodega, clausurado al público a pesar de su carácter patrimonial y su valor histórico para la memoria nacional. Pese a ello, ¡Valparaíso recuerda y se organiza! y gracias al accionar de organizaciones porteñas vinculadas a la memoria y los DDHH, el inmueble fue declarado Monumento Histórico el año 2018 y marcado como uno de los sitios que componen la Ruta de la Memoria en la Región. Su Memorial se instaló en la calle, ubicado entre los rieles del ascensor Villaseca y la icónica puerta de SP, de barrotes, con gran cadena y el eterno candado oxidado por la brisa húmeda del mar. Hoy, el colectivo Cine Forum intenta obtener el comodato legal del sitio (ante el Ministerio de Bienes Nacionales) para así recuperar, restaurar el inmueble, y activar el Cerro de la Memoria para la ciudad (6).
Silva Palma junto a la AGN terminaron siendo un secreto a voces -públicamente denunciado- y los centros clandestinos de tortura serán eternamente funados en este puerto! así como las instituciones públicas que amparen y protejan a violadores de derechos humanos, pues son tan cómplices como criminales. La convivencia entre perpetradores-delatores junto a sobrevivientes ha sido conflictiva, las discusiones con marinos, las protestas contra el blanqueamiento de la Esmeralda, el empuje por la necesaria desmonumentalización de Merino en el Museo Naval y los intentos por llevar a los uniformados a Tribunales siguen allí, resistiendo a la negación absoluta de la Armada de Chile y su falta de autocrítica institucional. En Valparaíso, gracias a la presencia masiva de la Armada en el espacio público, se tiene muy presente la memoria del pasado reciente, memorias que alimentan reflexiones colectivas y luchas presentes en el puerto, un pueblo motivado a denunciar el abuso del uniforme en armas, promoviendo educación autogestionada y acciones de justicia social.
En los cerros populares de esta ciudad puerto -de asambleas y organizaciones comunitarias, de activismo político, solidaridad popular y protesta callejera-, decimos que tanto el apoyo mutuo como la respuesta colectiva contra la represión policial/naval no son algo nuevo aquí, eso en Valpo siempre está reinventándose. La experiencia popular sigue aprendiendo lo que significó para los porteños y porteñas silenciar las memorias del Terrorismo de Estado de la dictadura cívico-militar; se aprende también de las luchas populares, demandando mayor organización, más autonomía, incansable denuncia, investigando, auto-educándose políticamente, demandando Justicia, Verdad, Memoria y Reparación.
¡NINGÚN CUERPO MERECE SER VIOLADO!